El Prado de Castilnovo debe su nombre a la imponente Torre de Castilnovo, una construcción del siglo XVI que servía como vigía ante los ataques berberiscos y como punto estratégico para la observación de los grandes bancos de atunes rojos en su migración hacia el Estrecho de Gibraltar.
Este entorno excepcional alberga un complejo de humedales de origen marino-costero, donde una pequeña marisma mareal se ha formado a partir de una flecha arenosa. Su evolución ha llevado a una progresiva colmatación, transformándola en una zona de marisma alta con un rico ecosistema que combina paisajes de dunas, sedimentos limo-arenosos y aguas interconectadas con el río Salado.
La biodiversidad de Castilnovo es asombrosa. En sus humedales y prados, se pueden observar especies icónicas como el ibis eremita, protagonista de esfuerzos de conservación, y el chorlitejo patinegro, una pequeña ave costera de gran interés. También habitan en la zona alcaravanes, cernícalos y mochuelos, entre muchas otras especies.
La flora autóctona juega un papel esencial en este ecosistema. Entre las especies más representativas destacan la siempreviva (Limonium spp.), adaptada a la salinidad del entorno, y los lirios de mar (Pancratium maritimum), que florecen en verano entre las dunas. En las zonas de marisma, crecen especies halófitas como la salicornia (Salicornia spp.) y la espartina (Spartina maritima), fundamentales para la filtración de agua y la biodiversidad del humedal.
Explorar Castilnovo es sumergirse en un paisaje donde historia y naturaleza se entrelazan, ofreciendo un refugio único para la vida silvestre y una experiencia inolvidable para quienes buscan la belleza y el equilibrio de este ecosistema costero.
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